En época de finales, los estudiantes suelen estar agobiados, estresados, desvelados, tristes, etc. La venta de café incrementa significativamente; la de comida chatarra, también. Los pasillos apestan tres veces más a cigarro y fuman hasta los que no fuman.
Sí, eso es la época de finales. Pero hay seres que parecen no entender que uno va a la universidad a estudiar. No, no hablo de los porros: hablo de un hipster fresa (¡sí, sí, qué cosas vemos hoy!)*.
Sentada con una compañera en el pastito de la uni, fumando como imbéciles, con café en mano y medio dormidas, llegó el sujeto. Saludó a mi compañera, a quién conocía de la prepa, y empezó a contarnos la terrible injusticia que acababa de sufrir.
Resulta que en su clase de nimequieroacordar, le pusieron un espantoso OCHO. Eso, eso era injusto pues él había hecho el examen final y le había ido bien. La pregunta que hizo mi compañera se la imaginarán ¿cómo te fue?. Le contestó que el examen final se trataba de ira a…..
ir a…
a La Ciudad de Los Niños y que, por el simple hecho de asistir, tenía diez. Mi amiga y yo no sabíamos ni que decirle así que mejor nos quedamos calladas. El hipster fresa siguió su discurso y terminó por decir: “bueno, está bien el ocho ¿no? O sea, me dió dos boletos para el cine, entonces pues es suficiente ¿no?”
A veces pienso que debería de pedir trabajo en Ripley’s Believe it or Not.
*Ronda los mismos pasillos un punk fresa, con “mohawk”, cadenas, pumas y playeras abercrombie and fitch. Lástima que de ese sólo he visto uno.